viernes, 23 de abril de 2010

"Los que aman demasiado"

Es interesante constatar que en primer lugar el amor es uno solo y absoluto, es decir no hay manera de que sea algo más, no existe el "demasiado",cuando tenemos esta sensación es hora de parar y autoanalizarnos.
Para distinguir si este mal nos aqueja, lo primero es observar si nuestras acciones están determinadas por el sacrificio: la persona que ama demasiado siempre hará sacrificios por mantener el amor del ser querido. Aunque no es algo que concuerde con lo que hemos aprendido: no existe nada más alejado del amor que el sacrificio, ya que este representa pérdida y el Amor no experimenta pérdida, solo entrega y no espera a cambio y en ese dar se exalta.
Otro sintoma es la intranquilidad, la sospecha, aquella que roba la calma y no nos permite sobrellevar la cotidianidad, y a la larga nos acarrea problemas laborales, económicos y físicos.
La persona que ama demaciado, sufre; siempre esta pidiendo más, incapáz de reconocer al otro como persona, se hace completamente responsable de toda la relación, lo que le lleva a ser depresivo y autodestructivo; finalmente logra acabar con la relación que tanto atesora, porque aquello que más teme es un anhelo inconciente, al que atrae (recordemos el poder de la mente).
Una vez determinado el problema, hay que actuar para sanar. Lo primero es saber que la familia y los ancestros cuentan mucho en estos procesos, porque si falta o deja de existir alguno de ellos la existencia peligra, el conflicto puede hallarse en la confusión entre algún ancestro y el objeto del amor, e este caso el terapeuta es de suma ayuda.
Trabajar en el amor por sí mismo se convierte en una meta para aquellos que quieran salir del círculo vicioso de "los que aman demasiado". El valor de uno mismo tiene que darse en uno mismo, no puede venir de fuera: de cuánto soy amado o apreciado, ese valor no es más que una ilución, recuerden que deben apreciar y amar cada parte de sí mismos, lo bueno como lo malo, solo caundo podemos mirar nuestros defectos sin avergonzarnos somos capaces de superarlos para transformarnos mejores personas, esconderlos no resuelve el problema.
Tener presente que las personas no nos pertenecen, que no somos el centro del Universo y no todo gira en torno nuestro, es decir la otra persona también existe como tal y debe ser respetado su espacio, sus deciciones, el otro es responsable de sus errores; no es sus errores. Recordemos que todos nos equivocamos porque es humano y así con la experiencia crecemos y nunca debemos juzgar las experiencias ajenas, porque ese nos es nuestro papel ya que tampoco somos infalibles.
Reconciliar la energía, encontrar el Amor como una expresión de dos seres que en lugar de mirarse el uno al otro deciden mirar a un objetivo comun. La energía nos puso aquí como hombres y mujeres para hacernos compañia y ser felices no para atormentarnos y apricionarnos.
Liberándonos de todo prejuicio y dogma aprendamos la gran lección filosófica de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo, recordando que Dios no es un señor sentado allá lejos en el cielo, sino el Aliento Divino que vive dentro de nosotros, asi la afirmación cobra sentido: Solo somos capaces de amar en la medida en que nos amamos.

Un abrazo en Luz
Heyliette



Si necesitas ayuda para lidiar con estos temas, estoy gustosa de aterderte,
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