miércoles, 11 de diciembre de 2013

EL ORGULLO



Este es un tema apasionante porque la objetividad solo nos permite ver al orgullo desde el punto de vista de la soberbia, que  -quizá- sea el más devastador de los lados. Sin embargo, a diferencia del amor condicionado, que es la parte más camuflada del orgullo, la primera es fácil de distinguir y -por tanto- más sencilla de manejar en nosotros mismos y en los demás.
Mi objetivo es sacar a relucir este contexto oculto del orgullo que es el amor condicionado; un amor carente de humildad que hará que tarde o temprano echemos en cara lo que hemos hecho por los demás. Este orgullo es peligroso y taimado, tan manipulador que ni el que lo sufre como el extorsionado se percatan de su presencia. La persona del otro lado del orgulloso, puede llegar a sentirse muy culpable por no corresponder al amor "incondicional" que el otro le proporciona; de esta manera es una trampa mortal. 
El ego nos impide ver lo que estamos haciendo, cómo de bondadosos y generosos nos podemos transformar en tiranos exigentes y manipuladores. Pero muchos se preguntarán, ¿por qué ocurre? Pues, porque parte del ser humano es su sombra y todos en algún momento dejamos salir esa oscuridad que es de la que debemos ocuparnos, para llevarla a su lado más reluciente. Por ejemplo, en este caso, la dignidad puede ser la mejor parte del orgullo. 
Nuestra personalidad está compuesta por muchas partes, en general, aquello que la sociedad no acepta se disfraza, como en este caso el orgullo, y es nuestro trabajo ir descubriendo estas partes más complejas y poco alumbradas de nosotros mismos. La mejor manera es la autoobservación: fíjate en lo que criticas o juzgas de los demás, eso habla mucho de ti, de tu obscuridad inobservada, de cómo eres con los demás. Acepta que la incondicionalidad no existe como tal, porque toda relación humana es una transacción y siempre de una u otra forma esperamos algo. Quizá, el equilibrio está en tener bajas expectativas y ser -realmente- honestos con lo que queremos conseguir, soltar esa imagen de santos mártires entregados al servicio de los demás que no es real. En casos como estos, mirar lo que somos,  por mucho que nos horrorice es una excelente estrategia.
Así que si te identificas con esto, comienza a trabajar contigo, no te juzgues, obsérvate, haz consciencia de cómo realmente eres, qué sientes, cuáles son tus motivaciones y haz las preguntas adecuadas: ¿en verdad estoy amando? ¿Qué espero a cambio de esto? ¿Me ayuda realmente a sentirme mejor? Te vas a dar cuenta de que todo es ilusión y enfrentarte te permitirá liberar cualquiera de las facetas del orgullo, tanto aquel impositivo y arrogante -tan conocido- como ese taimado y manipulador. Trátate con amor a ti mismo y el amor incondicional real acudirá a ti; ese amor es la aceptación de nosotros mismos tal como somos, con toda nuestra obscuridad. ¡Deja de temerte, eres un ser maravilloso!


Si quieres trabajar en estos y otros conflictos me puedes contactar al 0984433761 Quito-Ecuador

heyandradebon@hotmail.com  atiendo por Skype también para las provincias y el extranjero.

Un fuerte abrazo en Luz